Dios no hizo a los pobres
Escrito de Federico Ozanam:
Dios no hizo a los pobres. […] Es la libertad humana la que crea pobres. […] Se han creado impuestos abrumadores a la sal, la carne, a todo lo necesario para subsistir. […]
Cuando se trataba de aplastar los últimos rescoldos de la insurrección, no había necesidad de demoras y trámites para enviar veinte equipos a los bulevares de París, incluso hasta las mismas puertas del Hôtel de Ville1; y henos aquí: mientras tan solo en el distrito XII hay 4.000 niños sin refugio, seguimos disputando, en medio de aplazamientos, argumentos y debates, luchando para superar no sé qué escrúpulos de comités, juntas, administraciones, etc., aterrorizados de que el Estado se vea arruinado y derrocado si la educación de los jóvenes trabajadores se confía a maestros capaces de enseñar algo más que cómo deletrear las sílabas de los periódicos y de garabatear el «orden diario de trabajo», con un trozo de carbón, en las paredes de los barracones.
«Las causas de la miseria»,
artículo en l’Ère nouvelle,
octubre de 1848.
Comentario
El párrafo comienza con una afirmación clara y rotunda: Dios no hizo a los pobres. No hay matices. Federico está convencido de que nuestro Dios no desea que haya personas que sufran la miseria, la inequidad y la injusticia. Dios no hizo a unos ricos y a otros pobres. Es más: Dios detesta la desigualdad y la pobreza que han sufrido, sufren y —desgraciadamente, si no hacemos algo al respecto— sufrirán millones de personas en nuestro mundo.
El Padre de la Iglesia san Juan Crisóstomo, en una homilía del siglo IV, ya predicaba así:
Dios no ha hecho nada malo; todo es bueno y muy bueno. También las riquezas, a condición de que no dominen a quienes las poseen y remedien la pobreza. Una luz que no desterrara las riquezas sino que las aumentara, no sería luz: de modo semejante, no es verdadera riqueza la que no destierra la pobreza sino que la aumenta. Me diréis: «ya estás otra vez metiéndote con los ricos». […] Pero yo os digo: ¡ya estáis otra vez vosotros contra los pobres! […] No estoy hablando contra los ricos, sino a favor de los ricos: porque te quiero librar del pecado, te saco de tu rapiña y te hago amigo de todos y amable a todos. ¿Es eso aborrecerte o más bien amarte? No te persigo a ti, sino a tu pasión. […] El no dar parte de lo que se tiene ya es un género de rapiña [porque] el principio y raíz de toda riqueza es siempre forzosamente la injusticia: porque al principio Dios no hizo rico a uno y pobre a otro. Y, si miramos las cosas hasta el fondo, el mayor placer está en la sobriedad2.
La segunda frase de Federico no es menos contundente: Es la libertad humana la que crea pobres. Somos los hombres los que, llevados por nuestra codicia y ansia de poder y riqueza, hemos aplastado a una significativa parte de la humanidad bajo el yugo del hambre, la miseria y la muerte.
Monseñor Silvano Maria Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en Génova (hasta el 13 de febrero de 2016), en su intervención, en la 20ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos, en 2012, dijo:
No podemos tolerar por más tiempo un mundo en el que viven al lado, unos de otros, los inmensamente ricos y los pobres miserables, los privados incluso de lo esencial y gente que gasta despreocupadamente lo que otros necesitan desesperadamente. Tales contrastes son una afrenta a la dignidad de la persona humana3.
Pocos meses después de que Ozanam escribiera el artículo «Las causas de la miseria» en l’Ère nouvelle, un contemporáneo de Ozanam, John Henry Newman, escribió:
El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje instintivo la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna, y, según la fortuna también, miden la honorabilidad. […] Todo esto se debe a la convicción […] de que con la riqueza se puede todo. La riqueza, por tanto, es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro. […] La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse una fama de prensa), ha llegado a ser considerada como un bien en sí mismo, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración4.
Ozanam denuncia también la rapidez con la que los gobernantes actúan ante la más mínima protesta del pueblo y, por el contrario, la atención a los que viven en situación de necesidad se demora en el tiempo, bajo el peso de la burocracia y los escrúpulos, para, finalmente, no hacer nada. Estremece el dato de los 4.000 niños sin hogar del distrito XII de París, donde vivían, a mediados del siglo XIX, unas 80.000 personas.
Asímismo, en otro párrafo de este mismo artículo, Ozanam denuncia los elevados impuestos a los productos de consumo más básicos («a la sal, la carne, a todo lo necesario para subsistir…») mientras que a otros productos, como las bebidas alcohólicas («que generan más criminales que toda las injusticias de los hombres combinadas») eran tratados con mucha relajación por parte de las autoridades.
Federico se preocupa profundamente por los derechos de los trabajadores —en general, de los necesitados y los que sufren situaciones injustas— y por sus condiciones de vida. Entendemos así su acusación de que los que ostentan el poder se sientan aterrorizados por la posible mejora de la formación y de las condiciones de los obreros, que, en muchísimos casos, eran personas sin la más básica educación, apenas capaces de leer, con esfuerzo, el periódico.
Sugerencias para la reflexión personal y el diálogo en grupo
- ¿Que ideas fundamentales entresacamos de los textos de Federico y de Newman? ¿Tienen ambos relación? ¿Siguen siendo válidos hoy día?
- Federico actuó contra las pobrezas (principalmente desde la Sociedad de San Vicente de Paúl) y también denunció la injusticia. Es la acción combinada con la denuncia. ¿Cómo lo estamos llevando a cabo nosotros, vicencianos del siglo XXI, a nivel local, nacional, internacional…?
- ¿Forma parte de nuestros planes de acción denunciar en los foros públicos las situaciones de injusticia que conocemos? ¿Qué más podríamos hacer para no solo mejorar la situación de los pobres, sino, también, darla a conocer a la sociedad para provocar un cambio de estructuras?
- Dios detesta la pobreza: ¿podemos recordar algún texto bíblico que nos hable de esto?
Javier F. Chento
Notas:
- El ayuntamiento de París
- De las exhortaciones a los ricos de san Juan Crisóstomo, obispo.
- Intervención de S. E. Monseñor Silvano Maria Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, en Ginebra, durante la 20ª sesión del Consejo de Derechos Humanos sobre la deuda extranjera y los derechos humanos, 25 de junio de 2012. Disponible en https://goo.gl/6GMnmM (último acceso: 20 de junio de 2018).
- John Henry Newman, Discursos dirigidos a congregaciones mixtas, discurso 5, publicado en 1849. John Henry Newman (1801-1890) fue un presbítero anglicano convertido al catolicismo en 1845, ordenado sacerdote católico en 1847 y creado cardenal en 1879. Fue beatificado en 2010.